Por: Raquel Blas Ruiz
Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones
JEREMÌAS 1:4
El Señor desde el vientre de nuestra madre estableció un propósito para nosotros, EL ya nos conoció desde mucho antes y luego nos santificó. Conocer se describe como percibir o reconocer algo como distinto a los demás y cuando El Señor dice que nos santifica quiere decirnos que nos dedica para EL, ósea nos llama, nos elige para integrarnos en sus planes y propósitos divinos.
En la Biblia vemos que el Señor llama a Jeremías desde muy joven, no se creía con suficiente edad como para hacer lo que El Señor le había enviado, pero para Dios la naturaleza de Jeremías no fue un impedimento, ya que la juventud no es un obstáculo para realizar un ministerio efectivo, porque Dios al llamar también capacita y enseña a sus seguidores, un claro ejemplo es Jesús con sus discípulos que aprendieron mucho del maestro y ello llevaron a los demás.
En nuestra naturaleza humana está mucho la timidez y la inseguridad, pero debemos considerar que nosotros solo somos instrumentos de Dios y que la inspiración y sabiduría viene de El.
Desde el vientre de nuestra madre como dice su Palabra El Señor nos conoció y estableció un plan para nuestra vida. Muchos sabemos cuál es nuestro llamado, pero otros no lo conocen; pero en el corazón de Dios hay muchos anhelos y muchos planes que necesitan ser revelados a nuestras vidas para ello debemos establecer una comunión diaria con NUESTRO DIOS, El Señor nos dará conforme al deseo que hay en nuestro corazón solo debemos pedir y creer con la certeza que Dios un día hará realidad sus promesas en nuestras vidas. Tenemos que tomar todo lo que el Señor tiene para nosotros. Porque lo que El Señor tiene son cosas grandes que para el entendimiento y ojo humano no alcanza, son cosas que nunca imaginamos vivir que quizás ni en nuestros planes estuvieron y mucho menos en nuestra mente, pero sí lo están en el corazón de Dios.
Si tienes un llamado aférrate mucho a Él y busca más de Dios cada día en oración y lectura diaria de Su Palabra para que logremos alcanzar ese verdadero llamado que produce cambios en nuestras vidas.
No temamos a nada, sólo debemos tener fe y confiar en Dios porque depende de la medida de nuestra fe Dios dará. Debemos dejar de lado la timidez y la cobardía y reemplazarlo por un equipamiento espiritual anhelando que la unción de Dios venga a nuestras vidas porque cuando ella nos alcanza todo deja de ser una rutina y las cosas cambian.
Solo en nosotros esta la respuesta a seguir el llamado que el Señor nos dio, hacer esos instrumentos útiles al servicio de Dios y de los demás en este tiempo en que las cosas no son fáciles.
Concluyo diciéndote que El Señor nos llamó desde el vientre de nuestra madre y que aún hasta en estos tiempos sigue haciéndolo, no desprecies ni dejes de lado lo que Dios te puede dar, porque no hay mayor regalo ni dicha más grande que saber que Dios puso sus ojos en nosotros. Aprovechemos nuestra juventud al servicio de Dios, tenemos fuerza y físico para unirnos a esa gran comisión, solo en ti y en mí está la decisión.
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